domingo, 30 de agosto de 2009

Coche nuevo


No. No me he comprado un coche.

Auténtico coche excepcional.

Imaginad a un tipo que va corriendo por la calle como si fuera el Usain Bolt. No contento por correr como un descosido, iría cantando a toda mierda. En caso de encontrarse a alguien caminando por delante de él, le insultaría y pasaría corriendo por su lado cabreado. El tipo iría corriendo a todas partes y si casi atropella a alguien, le daría igual, si se pegara una hostia y se rompiera todos los dientes, dentadura postiza y seguimos con las mismas. Estaremos todos de acuerdo en que es un gilipollas.

La pregunta es:

¿Hay alguna diferencia si lo hace montado en un coche?

Os juro que no entiendo lo de la pasión de alguna gente por los coches.

También me parece absurdo que alguien te enseñe un coche nuevo.

A primera vista puede parecer borde, pero cuando me cuentan que me quieren enseñar uno, es como si me dijeran que me van a enseñar un kilo de ternera fresco.

Es gracioso, todo el mundo hace lo mismo. Primero te enseñan el coche por fuera. Yo para no hacer el feo tengo una ruta preestablecida, siempre en el sentido de las agujas del reloj y acabando delante del capó. Vuelta lenta, con una media sonrisa en la cara, me paro en medio, me agacho, miro, me paro en algún punto y suelto una frase estándar. Suelo tener algunas preestablecidas, la de me gusta el color, es bonito o esta gente siempre hace buenos coches.

Después abren el capó, como el que abre el arca de la alianza y te dicen que mires el motor. Una puta caja metálica con cables. Siempre muy limpia. No hace absolutamente nada parado por lo que es absurdo enseñarla. El comentario aquí es vaya pedazo de motor. Así todo el mundo lo interpreta como quiere, como grande o como bueno.

Después viene lo más absurdo, cuando te lo abren y te hacen sentarte en el asiento del piloto. Aquí tienes que hacer como que giras el volante, decir que huele a nuevo (curiosidad: los coches recién fabricados no huelen así, es un ambientador que se compra a granel) Recostarte un poco, esperar que te digan que tiene posavasos, mirar el panel y salir del coche. Después decir que a disfrutarlo y listos.

Y es que como podéis deducir de lo que he escrito, el mundo de motor me la suda bastante.

Otra cosa que no puedo entender es la gente que compra revistas de coches. Solo lo puedo entender si tienes previsto comprar uno, para ver precios o características.

Recuerdo una vez un amigo que se compraba cada mes una revista de estas, un don motor o algo parecido. Cuando vi las revistas me pregunté para qué coño las compraba. El me dijo:

-Para ver que coche es mejor, cual es más barato y tal- Después le hice una pregunta que los que estaban conmigo consideraron de mala baba, aunque yo no.

-¿Y después de tanto leer revistas te compras un AX?-

Eso es como comprar revistas de cocina para luego hacerte bocadillo de atún para comer y cenar, es estúpido.

Pero lo mejor es el uso que se le da a los coches. Conozco gente que tiene auténticos cochazos y cuando tienen que hacer más de trescientos kilómetros cogen un avión ¡Si tanto les gusta es cuando los van a poder disfrutar, coño! Pues no, porque por lo visto después se joden.

Os aseguro que he montado en coches de la leche. Audi, Bmw, Porsche, Jaguar, Mercedes, Ferrari… y nunca les he visto nada. Lo único que he descubierto es que el Ferrari es el que más acojona y es en el que da más vergüenza ir montado.

Eso sí que es un vehículo vacilón, no un puto BMW.

Lo peor es que el que lo lleva, le aprieta para que veas que el coche corre un huevo, sea donde sea, ciudad, autopista o delante de un colegio. El tipo tiene que correr, todavía no entiendo por que cojones, pero bueno.

Por más que me lo intenten explicar no entenderé jamás como la gente se puede gastar tanta pasta en un objeto que tiene la misma utilidad que una bici, pero cerrado y sin pedalear, tenga radio, teléfono o incluso si te limpiara el culo cuando cagaras en marcha, de verdad que no lo entiendo.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Curiosidades del cuerpo humano



Esto sentía yo.

El otro día estaba viendo una película que estaba la mar de bien (Hard Candy, muy recomendable), cuando noté que se me clavaba la goma de los calzoncillos en la ingle. Se puede sobrevivir y no es molesto, pero se nota. Es como cuando estás en el cine y alguien hace mucho ruido comiendo palomita, jode, pero no pasa nada. No le di más importancia, pero el tema estaba ahí.

Al ir a dormir, pensé que al día siguiente debía tirar esos calzoncillos y me quedé dormido escuchando la respiración profunda de mi mujer.

Al día siguiente, me fui a la piscina y me puse el bañador. Este molestaba más. Pensé que quizás se me había irritado la zona y me molestaba por eso. No le di más importancia.

Después de la ducha de rigor, no pensé en el tema más. Comí y pasé la tarde, consciente del roce, pero dando por hecho que pasaría al día siguiente, aunque me daba la sensación de que iba a más.

Al día siguiente, notaba el roce incluso sin calzoncillos. En la intimidad de la ducha, observé la zona y vi que no tenía absolutamente nada. Eso me inquietó más, porque si algo te duele y no se ve, está por dentro y eso es peor.

Analicé la zona afectada y no pasaba nada. Levanté una pierna, al más puro estilo de defensa de patada de Muay Thay, hice una serie de estiramientos en pelotas de esos que das gracias al cerrojo de la puerta, porque si te ve alguien corre a por la cámara para reírse. Noté la molestia. Era muy raro. Me dirigí al espejo y vi algo que me aterró. La bolsa que contiene mi valor, mi carácter y mi valentía, mis gemelos estaban desequilibrados. Uno estaba más arriba que el otro.

A un hombre le puede doler la cabeza, la oreja, un ojo, pero amigos, un huevo es algo que asusta. Te viene a la cabeza Molina, Lance Armstrong y varios más. Me imaginé rellenando la bolsa con una peladilla forrada de látex.

Recordé la vida de mis pelotas en un segundo, creo que allí dentro debieron ver una luz blanca y las pelotas de mis parientes muertos llamándolos al paraíso de los huevos, algo así como el almacén de una granja de pollos, pero muy limpio y con música de Enya.

La sorpresa saltó después, me rocé y pasó algo que no vi, pero sé que sucedió. Me lo dijo mi espalda, mis nervios y el sudor frío de mi frente.

¿Habéis visto alguna vez el circo del sol? Hay un número especialmente estúpido en el que un tipo, normalmente cachitas o una buenorra, sube por lo que parece una cortina, se enrolla con ella y después se deja caer desenrollándose. Algo así como un yoyo bajando, pero artístico y en mallas.

Así tenía mi huevo derecho durante el incidente, pero sin gafas.

Pues lo mismo hizo mi problema derecho. Se desenrolló del cableado y recuperó su posición como si aquí no hubiera pasado nada.

No sé qué es lo que pasó, tengo tendencia a interpretar todo lo que pasa, no creo en las casualidades y esto debe ser algún tipo de aviso de la providencia.

Podría ser un aviso de que me tengo que cuidar más, que me hago mayor, que cualquier cosa me puede dar por saco bien, y que mejor ejemplo que tocarme los cojones literalmente, podría ser.

Si nos da por ser más profundos, podemos asociar el problema con su significado metafórico, la pérdida del valor. Puede que mi cuerpo me esté avisando de que estoy perdiendo el valor (zona derecha) y me ha hecho recordar que lo que a primera vista podría ser un gran problema (por acordarme de los mono-huevos), se puede solucionar pegando un buen tirón donde haga falta y las cosas caerán por su peso. Quizás, quien sabe.

Por mi parte pienso que el problema lo ha causado algo que causa la mitad de las muertes del mundo, desde cáncer a hemorragias.

Un mal gesto.

Por lo menos eso dicen.

Y si no es eso, fue un golpe de aire.

lunes, 24 de agosto de 2009

Alexito



Payoponi un viernes a las siete cualquiera.

La otra noche los astros estaban alineados y los dioses de acuerdo para que no durmiera por la noche. Afortunadamente estoy de vacaciones, por lo que me lo tomé con filosofía.

Me acosté a la una y se oía una voz que venía del piso de arriba, donde una mujer sudamericana llamaba insistentemente a un tal Alex, que por lo que después averiguamos, era un niño que se había encerrado en una habitación y no daba señales de vida.

Lejos de indignarme por los gritos, me dio por seguir la situación mientras hablaba con mi mujer.

Mi mujer estaba bastante más cabreada, se iba a levantar pronto y poco después de la enésima llamada al tal Alex, un tipo soltó una frase típica en estas situaciones:

-Que son las doce, joder- dijo.

Mi mujer, que es muy servicial, puntualizó a grito pelado:

-¡La una!- El tipo del otro piso corrigió

-¡La una, joder, la una!-

Y se hizo el silencio durante un rato. A la hora, justo cuando empezaba a coger el sueño, mi mujer empezó a roncar. Mi mujer no ronca como los seres humanos normales, ella no ronca nada durante diez o veinte minutos y de pronto pega un ronquido capaz de levantar a un muerto. Es un sonido similar al que hace un palé cuando se arrastra. Me desperté, bebí agua y escuché a los jodidos de arriba que seguían llamando al subnormal de Alexito.

Aproveché la ocasión para grabar a mi mujer roncando, una prueba irrefutable para el futuro.

Para animar el tema, empezó a sonar un móvil que parecía que tenía un altavoz del Nou Camp y cada diez minutos soltaba una estúpida melodía de Reguetón que decía que el tipo se declaraba ganador. El Reguetón, que es la música más odiosa del mundo solo equiparable con el flamenco, tiene dos vertientes, el de las guitarritas de una cuerda y el del ritmo cansino, esta por suerte, era de la guitarrita, que es menos molesta.

Ni el mismísimo equipo A me podría haber ayudado (versión portátil)

La orquesta del momento consistía en ronquidos espontáneos de mi mujer, cada cinco minutos el trocito de canción del puto ganador, un par de gritos a Alexito y el traqueteo de la puerta.

Conclusiones:

-Con lo de mi mujer, me jodo. Ella también aguanta lo suyo.-

-Odio profundamente el reguetón, es música para retrasados-

-Como amantes del reguetón , mis vecinos de arriba son subnormales profundos . La prueba es que en una casa, con un niño encerrado que no contesta, se bloquean y están tres horas llamándolo y trasteando la puerta. Si en mi casa un niño se queda encerrado sin contestar, al cuarto de hora hay una cerradura o una puerta menos, dependiendo de la necesidad.

-En cuanto acabe las vacaciones, avisaré a la urbana a menudo cuando semejantes cenutrios hagan jaleo.-

-En cuanto pueda nos mudamos.

-Me puedo dormir en cualquier situación, el tiempo límite de insomnio en caso de jaleo es de dos horas.

Informando desde Guantánamo, Dr Deferiensia.

sábado, 22 de agosto de 2009

Regalo


Con este post espero hacer un regalo a alguien. Os preguntareis que se puede regalar a través de un post, pues tan simple como importante: Tiempo.

¿Qué se puede hacer con noventa minutos? Noventa minutos bien utilizados pueden dar para muchos, mirad a Bruce Springsteen, en una tarde escribió una canción (Philadelphia) con la que ganó un óscar y muchísimos premios. También el cantante de Seguridad Social un buen día se levantó de una siesta y escribió la canción por la que será recordado toda su vida en un rato, Chiquilla. Esos son ratos aprovechados, sin duda.

En noventa minutos podéis hacer una cena a vuestra pareja, en menos de noventa minutos yo hago un muñeco modelado con fimo a mi hijo, que le encantan y los guarda como oro en paño.

En noventa minutos os sobra tiempo para escribir un mail escrito (no enviando videos gilipollas) a un amigo que está lejos y la ilusión que le hará convertirán esos noventa minutos en tiempo muy bien aprovechado, mejor aún, podéis grabar un video (con una webcam, por ejemplo) y enviárselo.

Con noventa minutos se pueden llamar por teléfono a varias personas queridas que hace tiempo que no veis y charlar un rato, a vuestras madres por ejemplo.

Os podéis pegar noventa minutos de siesta y esa noche tomar algo con quien queráis más descansado y pudiendo estar un rato más de lo que normalmente estáis.

Os preguntareis como puedo yo desde aquí regalar noventa minutos, es fácil. A partir de ahora, cada sábado os diré una película que no debéis ver, porque yo la he visto y os podré asegurar que no aportará a vuestra vida nada más que la sensación de haber tirado a la basura noventa minutos de vuestra vida, y en algunos casos dinero.

Con que solo uno de vosotros me haga caso, me daré por satisfecho, tendré muy claro que al hacerme caso, indirectamente os habré regalado noventa minutos de vuestra vida para hacer lo que queráis.

Sin darle más vueltas, no vayáis a ver el mundo de los perdidos, que parece que vaya a ser divertida, pero es aburrida de cojones. Viendo esa película solo conseguiréis tirar a la basura noventa minutos de vuestra vida.

Quizás ahora no le deis importancia a ese tiempo, pero seguro que si a alguien que está a punto de morir le dicen que le regalan noventa minutos en perfecto estado de salud, nadie los despreciará.

jueves, 20 de agosto de 2009

Mamut no se que mas


Este tipo tiene algo que me gusta. Si lo ves en frío, parece un transportista esperando que le sellen el albarán esté donde esté. Siempre tiene una media sonrisa de perdido, va con un traje que parece que se lo haya prestado su hermano gordo para ir a una boda que dura eternamente, siempre el mismo traje, o eso parece.

Pero a la hora de la verdad, toca los cojones a todo el mundo. Si el tipo levanta la voz, todo occidente se cabrea, lo más divertido es cuando dice que va a hacer pruebas nucleares, ahí mandan veinte inspectores de la ONU rápido.

Me lo imagino en su despacho fumándose un puro con sus amiguetes del turbante.

-¿Otra partida a la play?-

-Ostia no, que ya me duelen los dedos…-

-¿Qué hacemos ahora?-

-¿Una rueda de prensa?- Dice Mahmoud

-No, otra vez no, que la última me llamó mi suegro…- Dice uno de los del turbante.

-Además ahora con Barack no es tan divertido, este no se cabrea tanto-

-Decimos que tenemos misiles cargados…-

-Te pasas, a veces te pasas…-

-No pasa nada, cuando lleguen los aviones espía ponemos unos misiles de cartón –

-Vale, pero esta vez sin pollas pintadas, que al final van a venir en serio-

-Bush nunca vino-

-Porque no tenía pasta, si no…-

-este tampoco tiene pasta-

-Pero tendrá, y cuando llegue el momento mejor que no nos tenga ganas-

-Bueno, pues una rueda de prensa de ensayos nucleares-

-Bueno, va, eso sí-

-Ahmed!- gritó Mahmoud- Dame el traje nuev… digo el limpio- Por lo bajo se rieron todos los amiguetes con turbante- Y llama a la prensa-

Es curioso, pero últimamente los presidentes del mundo se están dividiendo en dos tipos, los hombres espectáculo y los “yo soy uno más”.

Los presidentes espectáculo van con trajes chulos y suelen salir en las revistas del corazón, como el de Francia y Obama, son más marcas que dirigentes, están bien llevados y suelen durar sin hacer nada.

Después están los otros, que a primera vista parecen andrajosos, y a segunda también. De los segundos hay de dos tipos, los militares y los de los encantes, los militares van con uniforme y solo se lo quitan para ir en chándal, en teoría para hacer deporte, solo en teoría porque están todos muy gordos. Los más auténticos son los de los encantes. Suelen llevar uniforme no militar e ir siempre vestidos igual. El de Irán y Evo Morales son los máximos exponentes, el presidente de Irán creo que nunca ha llevado otro traje, ni siquiera en la comunión. Evo Morales siempre lleva el jersey de ir a buscar setas a la montaña.

La degradación de la clase política avanza a pasos de gigante, esto acabará mal.