El otro día perdimos una revista. Por cosas que no vienen al caso, la buscamos por toda la casa. Todas las habitaciones, todos los rincones, incluso en los cables, donde se rumorea que el último ser humano que pisó fue el paleta que puso el suelo y debajo de la capa de polvo todavía se ven las pisadas.
La revista se había volatilizado, desaparecido, sin duda estaba en otro plano existencial, en otra dimensión, en la habitación secreta de todas las casas donde están todas las cosas que han desaparecido, aquella revista, aquel disco, aquel billete de diez mil pesetas…
Desesperados y acabando de repasar el techo palmo a palmo, nos decidimos a recurrir a las ciencias ocultas, al bello arte esotérico, a hacer caso a la abuela y al gurú de estas cosas, que no es otro que el gran, ex masajista del Barça que todo ser humano conoce.
Me han contado que este tipo era muy aficionado a la magia blanca de andar por casa. Desde poner fotos pilladas en la pata de la cama a fotos de matrimonios en la nevera no se con que oscuro fin. Se dice que su víctima favorita era cierto entrenador holandés con cabeza de ladrillo que salió a patadas y entrena en Alemania.
La cosa es que según esta gente, para encontrar algo perdido, hay que atar un lazo rojo a la pata de una silla y decir en voz alta:
“San Cucufato, San Cucufato, los cojones te ato. Cuando me devuelvas lo que me has quitado, te los desato”
Realizado el ritual, San Cucufato no pudo aguantar más el nudo que parecía cortarle la circulación de su pito. Mi mujer se sentó en el sofá y descubrió la revista doblada en el filo del sofá, el filo ese en el que muchas veces se encuentra el mando y monedas.
Vista la efectividad del encantamiento sadomasoquista con el pobre santo, procedimos a repetir el ritual para encontrar el santo grial de la casa. El cinturón.
El cinturón es un objeto místico de casa. Desapareció sin dejar rastro con el cambio de milenio. Creíamos recordar que era chulo, cosa que nos hizo remover la casa en varias ocasiones. Tres cambios de habitación y nueve años no habían conseguido sacar del escondrijo al cinturón.
Con el tiempo atribuimos al cinturón poderes mágicos. En casa se decía que cuando se encontrara el cinturón, la humanidad entraría en una nueva era, el futuro de las películas de los ochenta, el auténtico año dos mil, el de los coches voladores y los robots chachas custodiando casas con rifles laser.
Nos olvidamos del tema y a mi mujer le dio por ponerse un cinturón, cosa rara en ella. Abrió el cajón y se puso uno.
Como bien habéis adivinado, era el cinturón.
Fue curiosa la sensación que tuvimos. Fue como quitarse una espina que llevábamos nueve años clavada. En realidad es una estupidez, pero en casa era frecuente escuchar que cuando algo se había perdido, estaba al lado del cinturón.
Por eso os digo, que si habéis perdido algo y no sale, probad. No se pierde nada y a nosotros nos ha funcionado, y como podéis suponer, con el cinturón la cosa estaba dura.
Tenemos pensado probar con el Grial, el arca de la alianza y la tumba de Alejandro Magno.
Os tendremos informados.
Prueba con una primitiva premiada o algo así. A ver si San Cucufato tiene los cojones tan poderosos.
ResponderEliminarLlamad a Iker jiménez y os forráis
ResponderEliminarpero que bueno por Diossssss!!!! estoy pensando a ver si se me ha perdido algo para atarle los cojones al cucufato este...
ResponderEliminarPues habrá que probarlo. El pobre Cucufato tendrá los cojones buenos, de tanto atárselos y desatárselos.
ResponderEliminarCanalización de energías.
ResponderEliminarConsultas.
Desbloqueo energético.
Seriedad.
Información: 34 673133101 washap
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