miércoles, 25 de noviembre de 2009

El ocaso de una estrella

En su sofá, como todas las tardes, recordaba sus buenos tiempos, rodeado de niños que continuamente le saludaban con la mano y le abrazaban. Recordaba a sus antiguos compañeros con nostalgia.

Cuando su condición sexual se hizo pública, lo echaron de la serie al instante. Un gay reconocido rodeado de niños era una cosa antinatural en los ochenta. Una vez en el paro y con una suculenta paga de por vida, se dedicó a hacer todas aquellas cosas que siempre deseó pero nunca pudo hacer por trabajar de cara al público. Cosas de adultos.

Tuvo varios novios, pero el sexo no le fue demasiado bien debido a su peculiar espalda. Varios amantes acabaron en el hospital, uno en coma por moverse en el sentido equivocado en pleno acto. Volvió a ser portada en las revistas y empezó a ganarse otro tipo de fama. De ahí al sado el paso fue muy corto, la gente se agolpaba en las salas x para ver sus películas. Todo acabó cuando murió su compañero de rodaje favorito en una escena de sexo anal.

Las drogas y el alcohol acabaron por cansarle, debido a sus peculiaridades no le permitían meterse en discotecas, era un peligro en las aglomeraciones y colocarse solo no se le antojaba divertido. El mundo que tanto le había querido le estaba metiendo en una jaula de oro. Su nombre empezó a ser tabú y sus antiguos compañeros le retiraron el saludo, todos menos uno.

Con el tiempo pagó por el sexo, cientos de tipos con armadura compartieron su cama mientras él lloraba de espaldas sabiendo que cuando cobraran se largarían. Su deformidad que tanta fama le había dado le condenó a la soledad absoluta.

Lo que más le jodía era que su piel no era tan suave como antes, se le hacían cada vez más bolas de pelo y empezaba a verse cada vez más claro. Los ojos inyectados en sangre por el abuso del alcohol y la incipiente coronilla de monje, no contribuían a mejorar su aspecto deforme. Poco a poco empezó a parecer por delante una patata con mechones de pelo.

A veces venían a verle su único amigo, deforme como él, había gozado de la fama durante más años, pero la edad hizo mella en él. Mientras uno rodaba sado, el otro recibía homenajes por su moribunda carrera. Su ex compañero jamás se olvido de su cumpleaños ni de ir a verlo una vez al mes.

Cuando le veía, evidenciaba que su deformidad mejoraba, al caerse el pelo parecía más humano. El gimnasio y las operaciones convirtieron a su socio en un ser humano de pleno derecho. Feo, pero humano. Viendo como le iba a su compañero, pensó en operarse, ponerse unas tetas y a lo mejor hacerse un cambio de sexo, pero nunca llegó a hacerlo.

Un buen día su ex compañero le presentó a su novio, un modelo sueco de diecinueve años. Le hablaron de boda y le pidieron si quería ser su padrino.

Eso fue la gota que colmó el vaso. Se sintió más solo que nunca, no salía de casa y solo le llamaban para salir en programas del corazón. Con el tiempo dejó de comer.

Ayer le encontraron clavado en su sofá, muerto desde no se sabe cuándo y con una foto en las manos.

Descanse en paz Espinete.

7 comentarios:

  1. Oh dios, que grande!

    Nen, de los mejores, de los mejores.

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  2. Inenarrable, estoy sin palabras. Sexo anal ...

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  3. Hacía tiempo que lo estaba madurando este...

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  4. Qué injusta es la vida y lo rápido que nos olvidamos de nuestros ídolos pasados.

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  5. Cuanta razón, señor de la cara amarilla!

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  6. Cómo no ha de haber diferencia entre una generación que se crió (hasta tener pelos en los huevos) teniendo como modelos a estos dos peluches, y la chavalería actual que idolatra a Beyoncé, Tokyo Hotel o los vampiros crepusculares...

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