domingo, 4 de septiembre de 2011

Pezones y lenguas

Pezones que miran al infierno

En una parte de la biblia, no me digáis en cual, aparece una cita curiosa.

Cuenta que el hombre y la mujer eran muy diferentes de carácter, cosa que les llevaba discutir constantemente. La mujer solo hacía que decir que no le pasaba nada y volvía loco al hombre.

Dios en su sabiduría (aunque ese día no estaba fino) decidió que el problema estaba en los pezones. El hombre siempre miraba a la mujer las tetas y ella se sentía molesta. Dios decidió ponerles pezones a los tíos para evitar el problema. En vez de tener hombres y mujeres, quería minimizar las diferencias y tener solo humanos.
La mujer al verle los pezones se descojonó de risa y la situación empeoró. Dios decidió que mejor que se arreglaran solos, dejó ahí el tema y se fue a crear ornitorrincos (como ya he dicho, tenía un día malo).

Tropecientos años después en España no han aprendido esa lección.
Los seres humanos no son como Mister Potato, no cambian si les añades cosas.

Si a un hombre le pones pezones igual que a una mujer, no tienes humanos solamente, tienes mujeres y hombres con pezones.

Si a un catalán o a un vasco les exiges que hablen un mismo idioma, solo tendrás un catalán y un vasco cabreado, nunca dos españoles.

jueves, 25 de agosto de 2011

Reivindiquémonos



Yo nací en el 72 y crecí en los ochenta, como dice la canción de El Reno Renardo. Se ha mitificado mucho todo lo relacionado con esa época aunque no era para tanto.

Personalmente creo que los dibujos de entonces eran un mierdón de cuidado. Marco, Heidi, comando G y demás eran una puta mierda. Quien no se lo crea, que se ponga unos capítulos, a ver cuánto rato aguanta.

Los de esa generación nos deberíamos reivindicar con orgullo. Somos supervivientes de los niños estúpidos cantarines y los precursores de los perroflauta. Rosa León, María Jesús y su acordeón, Los parchis, Enrique y Ana… Auténticas torturas.


Como buenos supervivientes de ese bombardeo subnormalesco, deberíamos tener algo que nos identificara que no fueran las tristes camisetas de dibujos animados del Zara. Yo optaría por un peinado.

Viendo la moda escobilla de wáter propia de los dieciséis años o retrasados como Neymar, yo iría al negativo, usaría el peinado del payaso de los Simpson o en Keith Flint.
El peinado se integraría bien en nuestros melones, ya que se nos empieza a ver el cartón y se le podría llamar el peinado Mazinger Z, ya que recuerda a los alerones que tenía el robot en la cabeza.

No me digais que no mola.

El peinado Mazinger Z sería propio de la gente que se metió en hipotecas de llorar, son pobres, pero no suelen vivir en casa de sus padres como los peloescobilla de dieciséis años. Tenemos experiencia en la vida, no llevamos chándal del ejército y vendimos la variant hace muchos años.
Somos de antes de los perroflautas, de antes de crepúsculo y de antes de la anorexia. No acabaron con nosotros los poemas de Gloria Fuerte, las canciones de Torrebruno ni el noche de fiesta de vedettes como la Norma Duval. Seguimos vivos y nadie puede con nosotros.


Cuarentones en ciernes, reivindiquémonos.

lunes, 15 de agosto de 2011

Hola

Ha pasado tanto tiempo, que parece que nunca haya estado aquí.

A partir de aquí podría escribir el típico rollo de post que sirve para intentar volver a coger el hilo que la mayoría de gente nunca vuelve a coger, pero yo no voy escribir ese post.

Solo diré que quiero escribir un post a la semana, por los viejos tiempos, por lo bien que me lo he pasado escribiendo, porque cuando no escribo nada, me siento fofo, pansido y lacio.

Me he dejado muchas cosas que contar. Que me compré una casa, que me intentaron regatear incluso con las llaves en la mano, que me ascendieron otra vez, qu aprendí a hacer barbacoas mortales, que fui a una boda de un tipo de la SGAE con gente disfrazada de nazis, toreros y moros…

Pero lo pasado, pasado está. Vuelvo para bien o para mal. Esta vez será menos personal.

Pero será.

sábado, 8 de enero de 2011

El club de las esposas perfectas


El barrio en el que vivo ahora se divide en dos categorías, el de los abuelos tomadiezcentimos y los matrimonios rubiamechas.

Un vecino como este haría más divertido el barrio

El nombre es esclarecedor, pero si os lo explico un poco mas mejor. Esta casa pertenecía a una abuela centenaria, de esas que le dan diez céntimos a los nietos de cuarenta años cuando las van a ver. El barrio está petado de abuelos de los que te dicen bondieee (buenos días) o deuvusguaaar (en castellano viene a ser que dios te guarde, en según qué zonas se utiliza bastante). Son los abuelos forrados, de esos que preguntan cuánto vale algo y ya llevan contado en la mano lo que les respondas. Estos de aquí están en su mayoría forrados. El único que conozco tiene tres o cuatro naves industriales alquiladas que yo sepa.

Por otra parte están las rubiamechas con sus maridos. Las mujeres siempre van elegantes, pero informales y sus maridos llevan gafas. Todos sacan a pasear a su perro en algún momento del día, porque todos tienen perro y los domingos por la mañana todos van a comprar el pan en chándal.

El primer sábado que me desperté aquí me levanté para ver cómo estaba el patio, había llovido y quería ver si los desagües iban bien. Miré a mi alrededor y vi a varios tipos con batín de playboy haciendo lo mismo que yo en sus patios.

Es cuestión de tiempo que me borden la letra escarlata, pero me la pela, lo que nunca conseguiría es ser como ellos.

Seguiremos contando.