Personalmente creo que los dibujos de entonces eran un mierdón de cuidado. Marco, Heidi, comando G y demás eran una puta mierda. Quien no se lo crea, que se ponga unos capítulos, a ver cuánto rato aguanta.
Los de esa generación nos deberíamos reivindicar con orgullo. Somos supervivientes de los niños estúpidos cantarines y los precursores de los perroflauta. Rosa León, María Jesús y su acordeón, Los parchis, Enrique y Ana… Auténticas torturas.
Como buenos supervivientes de ese bombardeo subnormalesco, deberíamos tener algo que nos identificara que no fueran las tristes camisetas de dibujos animados del Zara. Yo optaría por un peinado.
Viendo la moda escobilla de wáter propia de los dieciséis años o retrasados como Neymar, yo iría al negativo, usaría el peinado del payaso de los Simpson o en Keith Flint.
El peinado se integraría bien en nuestros melones, ya que se nos empieza a ver el cartón y se le podría llamar el peinado Mazinger Z, ya que recuerda a los alerones que tenía el robot en la cabeza.

El peinado Mazinger Z sería propio de la gente que se metió en hipotecas de llorar, son pobres, pero no suelen vivir en casa de sus padres como los peloescobilla de dieciséis años. Tenemos experiencia en la vida, no llevamos chándal del ejército y vendimos la variant hace muchos años.
Somos de antes de los perroflautas, de antes de crepúsculo y de antes de la anorexia. No acabaron con nosotros los poemas de Gloria Fuerte, las canciones de Torrebruno ni el noche de fiesta de vedettes como la Norma Duval. Seguimos vivos y nadie puede con nosotros.
Cuarentones en ciernes, reivindiquémonos.