miércoles, 8 de septiembre de 2010

Vendo piso para sordo



Desfile de Chaparro Gaultier.

Hoy es un gran día. He conseguido colocar la patata caliente en la que estaba empezando a convertirse este piso. De ser un lugar tranquilo y sin sobresaltos ha pasado a ser un puto after.
Al principio era un bloque de pisos tranquilo, con abuelas y un par de jovencillos que alguna vez hacían ruido los sábados a las diez. La vida era maravillosa y nada perturbaba nuestro sueño.

Con el tiempo llegaron musulmanes, cuyo único trabajo era hacer callar a sus cuarenta hijos y los chinos, que parecía que se iban a matar en una discusión cuando solo se estaban pidiendo la sal, pero nada que no se pudiera soportar.

Todo cambió al estilo del misterio de Salem´s Lot, un vecino misterioso entró a vivir arriba, un desconocido de alquiler. El peor presagio fue que cambiaron la puerta y pusieron la mirilla a una altura de metro cuarenta. Habíamos oído hablar de reguetton, de Latin kings, y puñetas por el estilo, pero parecía que todo quedaba muy lejos.

Al principio solo un extraño sonido perturbaba nuestra paz. Era como una especie de taconeo de coja, como si una señora muy gorda y con tacones estuviera en el piso de arriba imitando a chiquito de la calzada. Quien ha sufrido este sonido sabe de qué hablo, es algo constante, como si un tipo con una pata de palo jugara al tejo. Era constante, molesto e hipnótico a la vez.

Prototipo de Payoponi.

Constantemente empezaron a llamar a casa preguntando por una tal Barbi. No pude evitar descojonarme de la risa la primera vez, llamar Barbi a una señora de ochenta kilos y metro cuarenta, se me antoja de hijo de puta. Les dije que se habían equivocado y no pasó nada. Fue la primera vez de mil.

El primer sábado hicieron una fiesta de inauguración. Parecía que habían doscientos tipos saltando en el piso de arriba con la música a todo taco. Los taconazos de la coja se convirtieron en una especie de desfile militar extraño, por lo menos así sonaba. No le dimos más importancia, pensamos que sería un caso aislado y lo dejamos estar.

El viernes siguiente volvieron a la carga. Algunos vecinos les avisaron haciendo caso omiso. La poli fue y pararon. A las tres semanas volvieron a la carga.

Con el tiempo empezaron a llamar al timbre a las tres de la mañana borrachos haciendo preguntas filosóficas. Donde estoy, donde anda mi mujer y tú quien eres fueron las más representativas. Cuando descolgabas el interfono, llamaban a casa. Era mandarlos a la mierda o pelearte.

Seis meses después, se habían largado varios vecinos y habían pillado parientes suyos los pisos, convirtiendo este bloque en Villamojito. Peleas de bar en la escalera, potas, mierda… No pudimos aguantarlo más y vendimos esto.

Le dije al tipo de la inmobiliaria que si eran ex militares serbios, narcos mejicanos o colombianos, les hacía un descuento. Se quien viene y espero que lo realquile a unos cuantos ex soldados de esos de Sierra Leona, de los que han esnifado litros de gasolina y pegaban tiros con ocho años.
Quien me tache de racista, que envíe un email, que se lo dejo barato.

6 comentarios:

  1. ¿Ya está? Pues te digo, parafraseando el título de la peli:"Vente pa España, Pepe!!"

    Ni racista ni pollas, las cosas son las que son y punto. Aquí me pasa con los Murcianos y Andaluces que gritan en el bar de enfrente en vez de hablar. Los gitanos están un poco más retirados porque en el buzón he puesto Sarkozy...

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  2. Se lo habrá quedao un primo de la Barbi, digo yo. Piensa que todo obedece a un plan...

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  3. Vaya, siento mucho lo del vecindario. Yo los sufro ahora en el piso de enfrente, del que nos separan unos 5 ó 6 metros de calle. El lunes por la noche montaron una superfiesta, en la que se juntaron magrebíes y latinos y llegamos a oír perfectamente como un españolito le pedía a una latina "déjame que te la meta por detrás", mientras ella le contestaba "seguro que eso no se lo pides a tu mujer". Él le decía "venga tonta que no te dolerá" y ella "no, que no lo he hecho nunca y me da miedo".

    Hasta que mi señor esposo, que estaba hasta los mismísimos huevos, llamó a la policía local, llegaron, llamaron y se calmó la fiesta.

    Y los murcianos no gritamos, hablamos fuerte.

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  4. bfff, te entiendo. Menos mal que lo has podido vender, no?

    cuando vivía en Barcelona la vecina de arriba realquiló un par de habitaciones y metió en casa a dos perroflautas con sus dos perros gigantes también. Mi habitación caía justo debajo de la terraza de su ático y era insoportable. Parecía que 100 caballos estaban galopando sobre tu cabeza. Se pasaban la noche corriendo de aquí para allá, arrastrando cosas...

    Ahora al vivir arriba del todo no tengo ese problema, pero vivimos en una calle en la que hay bastantes puticlubs con lo que soportamos alguna que otra pelea en la calle o gente que llama a la puerta a preguntar por alguna...

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  5. imagina algo parecido pero en el puto Benidorm, eso ya conlleva un plus, y en un edificio de 25 plazas, viviendo yo en el ático. Latinos, indios de la India en frente, chinos a capazos, gitanos mercadilleros y viejos del norte que creen que porque tiene un apartamento en Benidorm son Donald Trump. No volveré a vivir en comunidad nunca nunca más. Y espero que en Benidorm tampoco.

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  6. Os pasa por vivir en zonas de clima templado....esto con el buen frío de la meseta o la lluvia del norte, no pasa. Como sigamos así, veo que volvemos a los pueblos deshabitados de la España rural.

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