jueves, 13 de mayo de 2010

El metro, ese nido de mierda

Por cosas como esta es necesario el espacio vital.

Si existe un sitio deprimente en el mundo, ese es el metro. No existe sitio donde la gente saque peor cara, solo en los posters de películas de etarras que cuelgan en los aeropuertos.
En el metro no dejan entrar a las tías buenas dos días seguidos. Al segundo le ponen un taxi, porque si no, rompe con la línea estética del vagón. O eso o se vuelve fea debido a la porculez de ir a trabajar por la mañana. Cuando se desinfectan del metro, vuelven a ser las guapas de siempre, pero en el viaje deben ser feas por respeto al entorno.Nada hay en este mundo más emocionante que estar a medio metro de un tipo que se le marcan los camachos en los sobacos. Esa emoción que produce el intentar no acabar pringado no tiene precio. Me cago en el puenting, eso sí que te hace subir la adrenalina. Las pérdidas de orina también están presentes en el metro. Aquí no viajan solo señoras con pinta de ser del PP o bailarinas de salsa buenorras de cuarenta y pico, también abuelas de esas que llevan un perro en el bolso y tienen un aura personal que no permite que nadie se acerque a dos metros.
En el metro lo más divertido es ir con espíritu aventurero, te puedes encontrar en situaciones la mar de divertidas, propongamos unos desafíos para los lectores intrépidos:

Yonki de metro en exhibición


El músico del metro. Nada mejor que ante un músico de metro que esté tocando con la guitarra una lenta de las que vienen en su cd, bailar en plan lascivo y compulsivo a su alrededor como si formaras parte de un show. Si tienes el pelo largo, ideal hacer el molinillo heavy del pelo y simular la guitarra. Unos pasos de break dance pueden estar bien. Antes de dos canciones estarás en una emocionante persecución en la que un guitarrista te intentará canear. Nunca lo he hecho porque mis amigos, que velan por mi, nunca me dejaron.
Triste es de pedir. En el momento del discurso al principio del vagón del pedigüeño, será divertido ponerse al lado o detrás explicando su discurso en el idioma de los sordomudos para seguirle a la hora de recoger la pasta negando con la cabeza y diciendo que no le den, que es para vino y drogas. Nunca me dejaron hacer esta tampoco mis buenos amigos.

Esto tiene que oler por cojones.

El final de la escalera. Nada hay más divertido en una escalera mecánica que parar en seco al final y aguantar la marabunta. Puedes montar un buen pollo si eres lo suficientemente fuerte. Esta es divertida porque se puede hacer a lo Judas, diciendo que te has despistado. Esta si la he hecho, porque no siempre voy con mis amigos por la calle. Mi marca es taponar a ocho personas, salir y el resto es una reacción en cadena que se puede ver desde lejos. La he hecho varias veces, también en centros comerciales, una vez me saltó un tipo por encima. Mi mujer también ha practicado, pero solo tiró a mi hijo, que suele practicar el final de la escalera también. A mi hijo lo he saltado un par de veces con el jueguecito de los cojones.

Si hacéis esto avisad. Si lo grabáis y me lo enviáis, os pago algo.

4 comentarios:

  1. Lo de pararse al final de la escalera suelen hacerlo mucho los guiris, que llegados a ese punto ya no saben muy bien por donde tirar, así que los que vienen detrás de ellos les dan un empujón para que vayan en una dirección.

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  2. Aquí en Novelda fue imposible hacer un metro. A mediante obra se encontraron con una acequia subterránea y se ahogaron todos. Otra vez será.

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  3. Una de mis experiencias más memorables en el metro fue un domingo de invierno bastante tarde. En un vagón de esos finales que en el último trozo no tienen asientos, sino una barra vertical para agarrarse. Familia típica dominguera, madre y padre medio adormilados, niño con cabeza metida en Game Boy y niña hiperactiva y porculera; y yo. En un momento del viaje la niña pasa por delante de mí mirandome muy seria, se acerca a la barra y comienza a espatarrarse y restregarsela por toda la entrepierna. Me mira, la miro descojonandome y al momento mira a su madre y le dice: ¡Mira mamá como Ana y los Siete!

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  4. Yo soy más de tapón en la cola del súper. Ya se me han hinchado los cojones de estresarme:no pago hasta que no está todo metido en las bolsas.Gracies i adéu!

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