lunes, 21 de septiembre de 2009

Piedras



Comida familiar normal y corriente como la que me tocó el domingo.

Recién curado de la gripe A (por lo menos eso decía que tenía la gente de mi trabajo), me he espabilado y he lamido todos los teléfonos del trabajo por si acaso. Aplazamos lo de la película, que no he tenido tiempo de buscar nada adecuadamente.

¿Recordáis el post que escribí sobre las curanderas progres? Pues olvidad lo de aguantarlas, no vale la pena. Sed bordes y a tomar por culo.

El domingo tuve el placer de comer con una de estas individuas, especializada en piedras curativas.

Llego a la casa y me encuentro a mi cuñada blanca como la pared y vomitando. La señora saca un puñado de piedras y la tumba en una cama. La pobre cría parecía la parada de un vendedor de pelis pirata. Al rato se levantó para vomitar otra vez.

-Es algo del avión. Cada vez que sube en avión se pone mala. Tenemos que descubrirlo.-

Aquel día, por varias cosas no estaba demasiado paciente con la gente, por lo que decidí mirar al infinito.

-Las piedras energéticas curan. Ya verás como de aquí a un rato se encuentra mejor.-

Piedras, pero de las que no curan, de las otras.

Aquí estuve tentado de decirle que apenas le quedaban dos kikos para vomitar, pero me callé.

-Nos las mostraron espíritus elevados, gente que ha llegado a otro plano de existencia-

Otro plano no, la tumba de tanto comer ácidos, me daba cuenta de que se me acababan las reservas de paciencia. Y es que tener al lado una mujer taladrándote con el poder curativo de un saco de piedras, acaba cansando.

-Las piedras tienen mucha fuerza…-

Ahí no pude más. Las palabras surgieron de mi boca como cuando tienes muchas ganas de mear y dejas que la gravedad haga su trabajo. Dije.

-Sí, mucha fuerza. Y si las tiras con ganas, ni te cuento la fuerza que cogen.-

Se hizo el silencio en la mesa. Una bala de paja pasó rodando como en las pelis del oeste. Se oían hasta los grillos. Mi cuñado el alemán parecía que lo había entendido y todo.

Se me inflaron las pelotas.

-Quizás sería buena idea que recogierais las piedras y fuerais al hospital- sugirió una voz, ignoro la de quien.

Ahí aprovechamos para largarnos todos.

Yo estaba jodido de la media gripe gilipollas que me atormentaba toda la semana. Dije.

-Me voy, que no me encuentro muy bien.-

-Si quieres te pongo unas piedras…-

Pensé en decirle que su problema es que se había fumado demasiadas piedras, pero de costo. Opté por decir que solo me apetecía estar en casa.

Abuela curada por el poder de la fuerza.

Acabé hartito. Mi cuñada vomitando en el hospital con la marca de las piedras tomateras esas en la frente y todos hasta los cojones.

Creedme, si os sale una de estas, pasad de ella, pero a la segunda de cambio decidle que si tanto curan las putas piedras, que se las meta por el culo, que le dejará el cólon como un globo limpito.

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